La historia de The Bird and the Wolf hace referencia a la creación del lobo fotorrealista para la película White Bird, basada en la novela de R.J. Palacio. Esta película, que se presenta como una secuela de Wonder (2017), explora temas de amor, guerra y aceptación en la Francia ocupada por los nazis. La protagonista, interpretada por Helen Mirren, narra su experiencia mientras enfrenta las dificultades de la guerra.
El desafío de crear un lobo fotorrealista para esta película representó una tarea inédita para el estudio, marcando una colaboración destacada con el director Marc Forster. El equipo de efectos visuales (VFX) comenzó su trabajo con imágenes de referencia tomadas en un refugio de lobos en el norte de Quebec. Estas imágenes les permitieron capturar detalles clave como el pelaje, los bigotes y los movimientos musculares. Con esta información, lograron diseñar un lobo detallado, añadiendo elementos naturales como gotas de agua, madera, ramas y hojas para aumentar su realismo. Para representar al grupo de lobos en la película, se crearon tres lobos distintos: un lobo alfa y dos betas, cada uno con su propio lenguaje corporal y simulaciones de movimiento.
El reto se intensificó al intentar replicar el comportamiento y la interacción natural de los lobos con los actores en las escenas. La coreografía y animación de las escenas de lucha, en las que los lobos atacan a un soldado nazi, fueron especialmente meticulosas para garantizar que los movimientos de los animales digitales coincidieran con las reacciones de los actores.
Crear un lobo fotorrealista es un reto único en comparación con otros personajes más fantásticos, ya que el ojo humano es extremadamente sensible a los detalles. Esto obliga a los artistas a replicar la realidad con una precisión impresionante, desde el pelaje hasta las garras y los bigotes, para lograr que el público perciba al lobo como una criatura genuina.