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Qué rabia da
Pues eso, imitando a los de la jungla en el tiempo del genio Arús, quiero expresar mi reciente frustración en el centro comercial esta tarde (así me relajo). Qué rabia da ir a aparcar y cuando ves un sitio en el parking, ves que el matalón (suele ser un coche bueno) de turno aparca en el medio de dos, jodiendo ambos sitios.
Que no haya un euro para el carrito.
Que me venga el del círculo de lectores o el de la cruz roja a la entrada a darme brasa (si quiero algo, voy yo a por ello, muchas gracias).
Que la mujer te hable y te esté mirando cuando pasa esa mulata tan ligera de ropa a tu lado y esté cercano el calambre en el esternocleidomastoideo.
Que no funcione el sellador térmico.
Que los niños se te peguen en el cajero automático al sacar dinero.
Que el/la señor/a de turno te destroce la cadera con el carrito. Que en la caja que has elegido siempre haya un lío con la tarjeta, un precio que no entra o algo así y te estés cinco horas esperando.
Que al llegar al portal cargado de bolsas la vecina se te ponga a hablar de no sé que de la comunidad de vecinos.
Que la mujer te diga que se nos ha olvidado y que por alguna razón es indispensable ir a por ello. Vaya, bueno, ya me he relajado.