Como mañana 19 de junio ya no estará, lo transcribo (de la voz de Galicia). La teletrasnportación ya está aquí.
un grupo de físicos consigue trasvasar el estado de un átomo a otro distinto, un logro que abre las puertas hacia un mundo que hasta ahora sólo existía en la ciencia ficción.
un átomo esta aquí y, de repente, está en otro sitio, en la habitación de al lado o en el otro extremo de la galaxia. Y no ha viajado a través de nada, sino que, simplemente, ya está. He aquí uno de los aspectos más interesantes de la teletrasnportación (no teletrasnportación, no se transporta nada) cuántica, en la que, además de física (mucho), hay que entender un poco de filosofía y aceptar la vida como una extraña poesía.
Dos grupos de investigadores, uno de innsbruck (Austria) y otro de colorado (Estados Unidos), publican esta semana en la revista nature que acaban de conseguir la teletrasnportación cuántica con átomos. En concreto, el grupo austriaco trabajó con dos átomos de calcio, pongamos a y b, y consiguió reconstruir en el b el estado de a, usando un sistema propuesto por el físico español Ignacio cirac, del instituto max plank de Alemania.
Parece fácil. El estado de un átomo se teletransporta a otro, esté donde esté ese otro. Pero, para ello, tienen que darse determinadas circunstancias. Para empezar, y cómo se ve, son dos los elementos protagonistas (en realidad, en el experimento de nature se utiliza un tercer átomo, pero detallarlo sería entrar en cuestiones rigurosas. Sumamente técnicas) y no uno. En otra palabras: uno sólo no se teletransporta a donde le de la gana, como pudiera pensarse por la influencia de numerosas películas y series de ciencia ficción (mucha ficción y poca ciencia). Lo que han logrado es transferir las propiedades de una partícula a otra, pero no la partícula en sí misma. Adelantémonos quinientos años: si un ser humano quiere estar inmediatamente en saturno, debe haber en el planeta de los anillos una distribución de átomos intrínsecamente entrelazados (enredo cuántico, le llaman) con el sujeto.
Mecánica cuántica.
¿Cómo se sustenta todo esto? La explicación es un tanto complicada, pero merece la pena prestarle atención: los muy llamativos principios de la mecánica cuántica dictan que cualquier medida de un sistema, inmediatamente altera su estado. Medir es variar. El valor del estado puede ser 0 o 1, por ejemplo. Antes de medir, el estado será la superposición de 0 y 1 (lo del gato de schröedinger en una caja con veneno: mientras no se abre la caja, no está ni vivo ni muerto, es una superposición de ambos estados). Al medir, se rompe este esquema y se obtiene un valor fijo, alterando el sistema. Por tanto, se trata de fabricar uno formado por dos partes, a y b, enredadas o superpuestas, de hecho, que formen un sistema único. Si se pueden separar manteniendo el enredo, se abre la puerta a la teletrasnportación cuántica. Esto, que se había logrado con luz en 1997, se hace ahora con átomos. Tal vez dentro de quince años con grupos de átomos, después con moléculas, y después, tal vez. .
Pues bueno.