Las partículas creadas por estos investigadores tienen una forma parecida a un disco de hockey y son huecas. Están diseñadas para flotar en agua, y cada una tiene un pequeño tanque de combustible, que es alcohol. Cuando el alcohol se libera gradualmente a través de un pequeño agujero, crea una expansión continua que impulsa la partícula hacia adelante, como si fuera un pequeño vehículo en miniatura.
Lo más sorprendente es que cuanto más concentrado esté el alcohol, más rápido se mueven. En los experimentos, llegaron a alcanzar velocidades de hasta 6 centímetros por segundo, y pueden moverse durante varios minutos antes de quedarse sin combustible. Además, cuando varias partículas interactúan, pueden formar grupos, algo similar a lo que ocurre con los cereales que se agrupan en la leche.
¿Qué aplicaciones tendría algo así?
Los investigadores piensan que estas partículas podrían ser útiles para cosas como limpiar contaminantes de la superficie de líquidos o distribuir químicos de manera más eficiente. Este avance muestra cómo la impresión 3D no solo sirve para hacer modelos, sino también para crear soluciones funcionales que responden a las leyes de la física de maneras sorprendentes. Sin duda, es un ejemplo de cómo la tecnología puede abrir nuevas puertas en ciencia e industria.