¿Temer y amar a dios al mismo tiempo? ¿cómo se come eso? Me parece absurdo. Pero si esa entidad me quiere de verdad, ¿por qué tengo que temerla?
No me gustaría que mi hija pasase de mí, la verdad, pero puestos a pensarlo, podrá ser así. En ese caso, no la mandaré a ningún infierno o la desterraré de mi lado, no tendrá que temer eso. Tendré que resignarme a esperar por si algún día se le ocurre acudir a mi pidiendo ayuda o lo que sea y yo ahí estaré cuando necesite ayuda, un hombro donde poder llorar o calmar sus angustias o simplemente escucharla. Quiero que tenga un libre alvedrío y capacidad de decisión propia, libertad para alejarse o volver, aunque me duela en lo más profundo de mi alma, no podría ser egoísta en esto, con mi hija no y ni con nadie.