Para llegar a tener el menosprecio a las drogas no tengo más que ver a mi hija e intentar visualizar los males que le pueden deparar en el futuro.
Considero un enorme contraste insano el día en que estuve en la sala de partos, vi su cuerpo gris y sucio, con su cordoncillo que parecía un tentáculo, y abrir sus ojos y chillar a todo pulmón, ahora imagina que tienes al lado una bandeja con las herramientas habituales de los cirujanos llena de porros, pastillas, chocolate, chutes y demás chirimbolos.
Intenta imaginarlo y busca su relación, pues como para el resto de su vida es la misma repugnancia, no solamente para ella, sino tanto como para ti, como para mí.
Que cierto es eso de : mens sana in corpore sano, no hemos aprendido nada de la historia. Un abrazo.