La Tv ha muerto
No sé, no sé. Frodo, hijo de Drogo Bolsón y Prímula Brandigamo. La verdad es que lo queramos o no, la televisión juega un papel importante en la educación de los más jóvenes (y seguramente, en la de los no tan jóvenes), y hasta me arriesgaría a decir, que cada vez es mayor su papel docente. No por el hecho de que sea un magnífica herramienta, que, aunque lo sea, no tiene un contenido lo suficientemente rico como para cumplir esa tarea, si no más bien porque los tiempos que corren no son como los de antes.
Yo en cierta parte, mis padres, y sobre todo, las generaciones anteriores, casi siempre tuvieron algún familiar que les inculcase los valores familiares, ya que, con un miembro de la unidad familiar trabajando solía llegar para vivir. Ahora por desgracia, son numerosas las familias en las que ambos miembros deben trabajar para poder subsistir, por lo que el cuidado de los niños, en muchos casos, corre a cargo de una persona ajena a la familia, y de la televisión.
Además, aparte de la morriña que podamos tener con respecto a las series de nuestra infancia, creo que sus contenidos eran mucho más ricos y valorables que los actuales. ¿Qué aportan los Digimon, los Power Rangers, Pokémon y similares series de tanta audiencia? Series como estas son las que han provocado una riada de merchandising en todas sus formas, y que los chavales de ahora viven con auténtica pasión.
Yo recuerdo tener a mis he-man, Skeletor, GI joes, y como no, mis clics de playmobil (y de famobil), que estimulaban un poco mi creatividad: rescates en helicóptero, granjas de animales, lagos y mares con pueblos enteros a sus orillas. Siempre había tiempo a crear alguna situación nueva, pero dentro de los límites de la realidad, aunque en ocasiones nos la pudiésemos saltar.
Me he enrollado, lo que quería decir con esto último, es que mi afición por los clics, he-man y compañía, no pasaba de ahí, de una simple afición, y pienso que mayormente educativa y formativa.
Ahora tienen picachus, que lanzan rayos rayos por el ojete, y se sienten tan contentos echando mil y una batallas, que se repiten hasta la saciedad. Tienen series de dibujos cuyos valores educacionales son más bien escasos. Eso pasaba antes también, claro, pero sólo en un porcentaje muy bajo. Ahora sucede con el 90% de las producciones actuales.
Además, sólo hay que verlo en la calle, la situación cambia, los chavales de ahora son algo deficientes, con perdón de la expresión, y no muestran especial apego a los valores familiares. Beben desde los 12 años (o antes), y llegan a clase con una melopea impresionante encima, se fuman unos canutos en sus colegios, vacilan a la gente mayor, vacilan a gente de edades ligeramente superiores a las suyas (recuerdo que si a nosotros se nos ocurría hacer algo por el estilo, las collejas que nos caían eran de campeonato, pero aprendíamos, y no solíamos volver a fallar).
Además, de la tele, tampoco se le, así que, la gente que no tiene un interés propio por culturizarse, se pierde.
Sin ir más lejos, el otro día, un chaval de unos 17 años (que ya no es tan niño), que veranea en la misma zona que yo, donde hay una zona de cuarteles ya desmilitarizada y abandonada, me contaba con un entusiasmo acojonante una historia aterradora, que resumo en el siguiente diálogo:
Él: buah tío, el otro día nos fuimos a las baterías (por las baterías militares), y reventamos una bombona de butano de esas pequeñas.
Yo: (cara de flipado) ¿pero cómo, la tirasteis por allí? ¿estaría vacía ¿no?
Él: que va, que va, estaba llena, tenías que vernos correr, nos pegamos a una pared, y las llamaradas pasaron por delante de nosotros como en las películas.
Yo:, pero, seréis capullos, ¿me estás diciendo que os acercáis a la bombona una vez que la ponéis al fuego?
Él: vaya, claro, y hay que esperar un par de minutos hasta que se empieza a calentar, que, si no explota.
Yo: (serán mamones).
Él: bueno tío, me piro, que me dan ahora las notas y suspendo todas. Este fin de semana vamos a llevar una bombona de las grandes, de las naranjas de toda la vida, esta va a ser gorda.
Yo: pero que dices, ¿no ves que os podéis matar?
Él: que va tío, está todo controlado, encendemos una buena fogata, la ponemos un par de minutos encima, y la dejamos allí y salimos pitando, mola mola.
Yo: lárgate a pillar las notas. Como te vea este fin de semana haciendo algo por allí, te corto las p.
Y así fue, el muy capullo se fue todo contento a por sus suspensos, y con la brillante idea de intentar suicidarse ese fin de semana, y tal vez matar a todos sus colegas. Evidentemente avisé a los padres, tiene guasa la cosa.
Lo dicho, que la tele afecta, y eso, unido al cambio en la enseñanza, esta provocando estragos en la sociedad. ¿a dónde iremos a parar con la juventud de hoy día? Ojo, que yo tengo 24, pero llevo viendo estas cosas desde hace muchos años, es más, desde los 14 no veo la televisión, con eso os digo todo.
Conclusión: televisión con mayor contenido educativo = mayor nivel cultural de la población. Esa es mi forma de verlo, es triste, pero es así: veo la televisión como un arma de doble filo, muy afilada, si un filo corta más que otro, se tiende a utilizar más ese, así que, si la telebasura se ve más que la educativa, abrochaos los cinturones, que vamos a despegar.
El hecho de que más del 50% de la población siguiese en directo la boda de unos chupa cuartos como los príncipes (creo que esa es una de las pocas funciones que tienen), es significativo. Saludos.
Los sabios hablan porque tienen algo que decir, los tontos lo hacen porque tienen que decir algo.