Estoy completamente de acuerdo contigo, Paula, por eso digo que no hay que invitar tanto, supongo que, os deja como una sensación de deber un favor o algo así que, no debe de ser muy placentera.Con respecto a eso, he tenido varios debates con amigas. He de decir que a mí no me gusta que me inviten y lo suelo dejar bien claro, y cuando lo hacen, la siguiente la pago yo.
Ahí sois unos cap, yos (algunos, la mayoría de los que tienden a invitar), porque si las invitáis a cosas y luego resulta que la cosa no os sale bien al final la tía es la que es una calienta, etc.
Cuando sois vosotros lo que no dais opción de pagar, además no hay cosa que menos soporte y más vergúenza ajena me den que las discusiones de pago yo, no pago yo.
Se supone que, si invitáis es porque queréis, si no, no lo hagáis. Y si luego no os sale bien la cosa, os.deis.
Vamos que si vais de caballeros luego no la jodáis.
Estoy generalizando, pero de verdad que esto que explico pasa un montón de veces.
Soy el primero en admitir que antes siempre hacía esto, no sé, me sentía casi obligado a que cómo era el tío tenía que invitar yo, y como bien, dices, se producían las incómodas discusiones chorras de invito yo, no, yo, no, yo que de nada sirven.
Por eso ahora, y aconsejo, a no ser que haya mucho que se conoce a la otra persona, o porque hay algo especial, o porque fue uno el que quiso invitar y ella aceptó, lo mejor, en mí humilde opinión, es que cada uno pague lo suyo y carretera.
Que luego sale mal? No perdiste nada. (nada de dinero, me refiero).