La cólera de dios, de Werner Herzog, repuesta el otro día en la tele. Que bonita la música de popol vuh cuando bajan de los andes. Que cámaras alrededor de la patera donde lope delira en su deplorable y húmeda soledad sin solución. Que suicidios de rockeros de Manchester poseídos por Werner. Durísima, pero porque preciosa ejecución de ursúa a manos de la vanida de un actor. Aventuradas formas de hacer arte, película plena de sensibilidad e incorreción política.
Me gusta la gente que se deja la vida haciendo arte o vendiendo salchichas, buscando eldorado.