Y menos mal que no parece carne. Si un kebab de verdad me mirase fijamente y me sonriese, no me lo comería, seguramente saldría corriendo pegando gritos.
El que más me gusta es el del logotipo grande, arriba a la derecha, con el humito que le hace resultar más sabroso.
El logotipo pequeño me lo imagino en dos o tres colores planos impreso en las servilletas.
El de la boca grande no me gusta porque parece que me quiere comer el a mí. [editado: no es goloso, esta hambriento.].