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Tema: Historias urbanas de campo

  1. #31
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    Jun 2003
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    Historias urbanas -o de campo

    Deja de fumar, anda.

  2. #32
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    Aug 2002
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    Historias urbanas -o de campo

    Lean y no me digan si no hay material para un guión o varios, precisamente esas historias son mis preferidas, las que la creencia popular arrastró desde tiempos inmemoriales y lo mejor de todo es que quizás la trama se haya ajustado según el tiempo y el consumidor. En este caso no me importa si son creíbles o no, si resisten análisis lógicos o no. Yo soy más ateo que una puerta. Pero me gusta escuchar estas historias y sé que en cada país hay muchas, es solo cuestión de ponerse a teclear un poco.

    Dorthweb. Esos hongos que crecen en las sierras de Córdoba no son comestibles. Ya te lo expliqué.

  3. #33
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    Sep 2002
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    Historias urbanas -o de campo

    Muy buenas todas las historias, me encantan, es muy entretenido. Y es muy curioso comprobar como si le preguntas a cualquier persona siempre tiene alguna historia de este tipo para contar y, aunque me resulta difícil creer en algo que no sea de carne y hueso, tampoco me parece descabellado pensar en que, si somos 6000 millones de seres humanos y a todos nos ha ocurrido una historia de ese tipo, por pura estadística alguna tiene que ser cierta. ¿no? A mí una vez, y mi hermano es testigo, una muñeca de unos 70 centímetros de altura que por lo visto había sido de mi madre y que teníamos en nuestra habitación puedo asegurar que me guiñó el ojo, y no, no iba ni borracho ni fumado, por supuesto que pienso en que fue una hola, por lo que fuera el muelle del ojo se aflojó y se cerró y luego se volvió a abrir, pero que nos acojonamos ya lo creo, además menudo descanso cuando pintamos el piso y esa muñeca se fue a la basura.

  4. #34
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    Historias urbanas -o de campo

    Iba a decir que yo no tengo ninguna, pero acabo de recordar que no es verdad. Lo que pasa es que, sucedió cuando era un crío y seguro que la explicación era una tontería. Ahí va. La historia pasó hace dieciséis años o así. Al lado de mi casa, en mí pueblo (un pueblecito de montaña en el que viví durante mis primeros 6 años y que ahora sólo visitamos en vacaciones desde la muerte de mi abuela) hay una casa que, como la mayoría de las del pueblo, es muy antigua. En esa casa hay una escalera que es bastante estrecha y empinada, tanto que su primer piso coincidía casi con el segundo de la mía. Al acabar las escaleras hay dos puertas, una a cada lado del rellano (a derecha y a izquierda).

    Como es de construcción antigua toda ella tiene un aire muy tétrico (puertas de madera muy gruesa y muy adornada, escaleras encaladas con escalones de mármol oscuro, etc). El caso es que en la puerta de la izquierda sabía que vivía una señora mayor, amiga de nuestra familia (y a la que, por cierto, yo le caía muy bien, como les pasa a todas las mujeres conmigo). Pero en la puerta de la derecha no vivía nadie (o al menos que yo supiera). Esta señora en realidad era de Barcelona o tarragona y sólo venía de vez en cuando, también para veranear, así que, la mayor parte del tiempo estaba desocupada, a los que recuerden cómo era la vida hace 16 años en un pueblo tranquilo, sabrán que muchas puertas se dejaban sin cerrar. Total, nunca pasaba nada. Así que, la puerta de la calle solía quedarse abierta, bueno, hasta aquí la descripción del lugar. Yo era un mequetrefe de seis años que jugaba con algunos amigos del pueblo en mí empinada calle. Normalmente jugábamos a cosas que no exigieran una pelota, puesto que corría mucho peligro de quedarse encalada en los miles de balcones y casas abandonadas que había alrededor de la mía o, en el mejor de los casos, había que correr varias calles abajo hasta alcanzar la pelota y eso era cuando menos peligroso (o engorroso para aquella mentalidad sin miedo a nada), así que, algunos de esos juegos eran, por ejemplo, el escondite. Solíamos escondernos en los (por aquella época escasos) coches aparcados en la calle, o en los portales, o en alguna calle cercana (bueno, ya sabéis cómo va eso). El caso es que una de las veces me dió por meterme en las escaleras de ese piso (si no recuerdo mal, junto con otro amiguete), aprovechando que la puerta estaba abierta, subimos hasta dónde estaban las puertas y nos quedamos un rato allí esperando, porque parecía que era un buen sitio y que no nos encontraban. Para hacer tiempo, nos dio por husmear por debajo de las puertas, aunque sabíamos que no habría nada y que no se vería nada. Primero miramos un poco por debajo de la de la izquierda, donde vivía esa señora. Como había dejado las ventanas cerradas apenas entraba luz por las rendijas de madera y no sé distinguía nada. Pero por la otra puerta, como no vivía nadie ni siquiera tenía las vastas persianas de madera que se estilaban por aquella época, así que, aprovechamos la claridad que se insinuaba por debajo de la rendija para ver si se veía algo.

    Imaginaros el respingo que dimos cuando por esa rendija de luz pasó una sombra rápida. Salimos por patas de la escalera.

    Claro, luego te paras a pensar y dices pues puede ser desde algún gato (que abundan en Eslida, y por aquél entonces aún más) que se haya colado, o alguna rata, o alguna cortina que esté ondeando por alguna rendija, o incluso que nos hayamos sugestionado con la fantasía del sitio (no sé si el otro colega lo vio o simplemente salió pitando porque yo salí pitando). Pero, en fin, ésa es mi historia, que me habéis forzado a recordar. Un saludo tenebroso.

  5. #35
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    Sep 2002
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    Historias urbanas -o de campo

    Yo tengo una historia. 20 de septiembre de 1993, acaba la gira de verano, mi amigo manolo, teclista del grupo y yo vamos en un Mazda 626 a casa después de un montón de días tocando en las verbenas de toda España, son las 8 o las 9 de la mañana y acabamos de dejar atrás arganda del rey, ya pronto comenzará la autovía y el viaje será más relajado. Por fin la ansiada autovía, carril de aceleración, dos camiones grandes ante nosotros, manolo acelera el Mazda sin dudarlo y bruscamente se lanza a adelantar, nada más salir de detrás de los camiones manolo se percata de su gran error, esto no es aún la autovía nos dice a gritos el morro de un autobús a pocos metros de nosotros.

    Colisionamos frontalmente, todo se hace confuso durante un incierto período de tiempo, el Mazda se detiene destrozado, el autobús cae por un terraplén de 15 metros, mueren 6 personas hay muchos heridos. Los bomberos sacan a mi amigo manolo del coche y lo llevan a un hospital de Madrid donde muere tres días después. Yo no sufrí ningún daño, ni siquiera se me rompió un medallón de barro que llevaba al cuello, ni un corte, ni un moratón. Pero ahora os voy a contar lo realmente espeluznante de la historia.

    Cuando estábamos ante el autobús manolo giró el coche a la izquierda intentando colarse por el arcén de ese lado, pero luego decidió girar a la derecha para meterse entre los camiones y el autobús, pensó que si no cabíamos por el arcén yo me llevaría todo el impacto y decidió darme una oportunidad metiéndose por la derecha del bus, yo me colé por ese hueco salvando la vida y el recibió en su cuerpo el impacto completo, ahora meteros en ese Mazda y pensad ¿Qué haríais vosotros? ¿a la izquierda y la ostia que se la lleve el copiloto? ¿o a la derecha y la ostia me la llevo yo salvando al copiloto?

  6. #36
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    Historias urbanas -o de campo

    Comparto con Askelmar el que a mí también me gusten esas historias que yo llamo, verídicas (por todo lo contrario, evidentemente, soy de lo más escéptica), pero al mismo tiempo no descarto total y absolutamente nada, en mucho porque me gusta abstraerme e imaginar que hay algo más de lo que vemos y tocamos, aunque no me lo crea hago el esfuerzo de creérmelo, aunque sea un poco. En esto pongo mucho empeño y, sobre todo después de una cena, en lugar apropiado, con velas y a poder ser en invierno a la lumbre de una chimenea, con amigos, tiene que haber un attrezzo, un entorno, en fin, se deben de dar las circunstancias para creer más, una buena noche, es la de los difuntos. A mí concretamente, me resulta muy divertido. Esos momentos, se convierten en mágicos y misteriosos. Luego, se enciende la luz, se acaba el misterio, nos despertamos de vuelta a la realidad y punto y que nos quiten lo bailado. Pues echa la pequeña introducción paso a contar la historia verídica que recuerdo más me impactó de niña.

    Como recordaréis muchos, hará unos veintitantos años, más o menos, era frecuente que hubiera apagones, además apagones de los que duran y era normal que en cada casa hubiera velas, por si acaso. Era también normal que los niños anduviéramos en la calle a nuestro sin niñeras, madres y demás añadidos. Un día de invierno estando con los niños del barrio de al lado, que eran famosos por sus historias verídicas, se produjo un apagón. El apagón era el detonante para que se pusieran en marcha todos los mecanismos suficientes para que todos contásemos nuestra particular historia verídica, de manera que, si no llegaba la luz, a ver quién era el majo que se atrevía a volver solo a casa. En una de esas fue cuando nuestra amiga desiré contó una de las suyas. Desiré era una niña que había quedado huérfana de padre recientemente, hablamos de una niña de unos 8 o 9 años, por tanto, ella, la pobre, decía que veía la sombra e imagen de su padre en todas partes, detrás de su madre, en su cama, etc. Vamos que, parecía hasta cotidiano, todos los días comentaba algo. Aquel día nos contó algo, si cabe, bastante más extraordinario de lo cotidiano y relacionado por supuesto con su padre. Ella se encargaba todos los días de bajar la basura. Un día de invierno y de vuelta a su casa de estos menesteres oyó un ruido que con el trajín del subir las escaleras no pudo distinguir que podría ser, así que, se paró a oírlo mejor. El ruido provenía de las escaleras y del anterior descansillo, es decir del piso de abajo y era como su fueran cadenas arrastrándose por el suelo. Además, se acercaban muy rápidamente, así que, se desencadenó en ella ese instinto que tenemos todos, que nos dice que algo raro pasa y que nos pone en alerta. Efectivamente, delante de ella apareció el horror de unos antebrazos ensangrentados y encadenados que iban trepando por la escalera en busca de ella, para atraparla y llevársela, según ella, a algún tipo de infierno que la esperaba. Ella como no gritó hasta creer que le salía la garganta por la boca y corrió como alma que lleva el diablo escaleras arriba, teniendo la suerte de que su madre como la oyó había abierto la puerta pudiéndose ella refugiar en casa antes de ser atrapada por las horribles manos. Por supuesto que cuando le preguntamos todos si su madre vio las temibles manos, ella asintió. En aquel momento yo quedé impactada hasta tal punto que bueno, ¿cómo narices iva a ir a casa. El caso está en que finalmente, evidentemente, tuve que volver a casa y lo hice, que creo, que en aquel momento batí el récord de 800 metros lisos y subí las escalera de mi casa que estaba en un tercer piso de esos de los que bien Mars, de escaleras empinadas y demás, no sé cómo, volando o algo así, cuando llegué a casa creía que se me salía el corazón por la boca, de verdad, lo malo era, que de vez en cuando me acordaba de la historia y bueno a pesar de que finalmente no me la creía, me sugestionaba intencionadamente y terminaba dándome igual miedo.

  7. #37
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    Historias urbanas -o de campo

    Vaya historia Siquier. No creo que esa pregunta pueda ser contestada por alguien.

  8. #38
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    Historias urbanas -o de campo

    Eso sí que da miedo y no las historias anteriores, lamento mucho lo de tu amigo, y vaya, está claro que era un gran amigo para optar por llevarse el golpe, que duro es eso. Yo me hago 1000 km a la semana para ir a trabajar y he visto muchos accidentes, además yo también he sufrido dos, aunque sin consecuencias graves por suerte. Esa es la eterna película de terror de todos los días, la gente que muere en la carretera. En mi segundo accidente puedo asegurar que me vi muerto, por suerte y no sé todavía como conseguí enderezar el coche y lo que parecía que iba a terminar dando vueltas de campana acabó simplemente en un susto, porque, aunque me salí de la carretera conseguí mantener el coche con las cuatro ruedas pegadas al asfalto, aunque hubo un momento en que la carretera yo la veía por mi ventanilla, iba completamente de lado, derrapando y noté como el coche durante unos instantes fue a dos ruedas, hice el contra volante y entonces el coche giró bruscamente hacia el otro lado, di un par de tumbos de un lado a otro y entonces me salí hacia un terreno llano por el lado contrario al que yo circulaba, cuando salí del coche y me di cuenta de lo que había ocurrido me eché a temblar, el caso es que todo comenzó cuando iba por una carretera entre los pueblos de Ibiza y castalla, en la provincia de Alicante, y yo venía de trabajar en Alcoy hace ya tres años, y precisamente por esa carretera hacía tiempo que yo no pasaba y era de noche. Allí, en el tramo que me salí siempre había habido una gran recta de varios km, yo confiado veía a los coches que venían de frente al final de la recta, y al estar oscuro pues yo comencé a acelerar porque esa recta siempre había estado ahí y el efecto visual de coches viniendo de frente hacía que esa recta se intuyese, pero obviamente a oscuras no se veía, mi sorpresa fue cuando iba a unos 110 km/hora con mi anterior coche (Ford fiesta del 9 y de repente me encontré una gran pared de tierra y una curva sin señalizar la cual días posteriores comprobé que era una barbaridad tomarla a más de 40, ahí comenzó el derrape, intentando no sé cómo de librarme de una buena ostia segura, y bueno ocurrió todo lo que he dicho más arriba. Aún hoy me estremezco, es inevitable no sentir miedo al darte cuenta de que sin saber muy bien por que salvé mi vida, y claro, por la misma regla de tres ahora podría estar muerto, o tetrapléjico, aquel día pensé que o bien tuve mucha suerte y controlé el coche por pura hola o bien en ese momento el Ángel de la guarda de Carlos sainz se apiadó de mí, así que, ya sabéis, mucho cuidado con el coche y, sobre todo nunca deis por sentado que esa carretera por la vais es como vosotros creéis o recordáis. Posdata: después de aquello, había pasado un año más o menos y fui a casa de un amigo a jugar a un juego de coches de la Playstation 2 (gran turismo), os aseguro que me puse a jugar y cuando llegué a una curva y frené brusco y el coche empezó a derrapar y a hacer ese ruido de goma arrastrando en asfalto solté el mando, me acojoné y rápidamente volvió a mi cabeza aquel momento de la recta de castalla, eso se graba en la mente para siempre.

  9. #39
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    Historias urbanas -o de campo

    Vaya, Siquier eso es muy triste. Qué haría uno en su lugar, quién sabe, no es de esas cosas que de tiempo a pensar racionalmente, supongo que, en esos momentos nos surge el instinto reptiliano. Por cierto, (perdón por el offtopic), hoy me bajé las canciones que tienes en tu sección de música y me han gustado mucho, son entre Mike Oldfield y similares, supongo que, una extensión musical del estilo Siquier. Un saludo a todos, sobre todo a Cristina.

  10. #40
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    Historias urbanas -o de campo

    Ese misterio del que bien Siquier es de los que me gustan, el misterio de la ética. ¿Qué habría hecho yo? Ni idea, pero tampoco me obsesiona responder a esa pregunta. Lo que me pregunto es sí, llegado el momento, mi ética se sobrepondrá al miedo y pensando de una manera racional buscaré una solución a un problema que te enfrenta a la muerte. Lo usual ante esto es el pánico, una reacción por la que no se puede culpar al que la sufre, pero hay gente capaz de seguir siendo ellos mismos y razonar de manera clara ante situaciones de estrés. Responder esa pregunta sería responder a otra ¿quién soy yo? ¿cómo soy como persona? Pues tampoco lo sé, solo me ocupo de intentar tomar la decisión correcta en el momento decisivo. Todos los días de mi vida.

  11. #41
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    Historias urbanas -o de campo

    No se trata de historias que den miedo Ferriz. Yo, después de haber conocido a mi suegra prácticamente no creo que haya nada más horrible y espantoso, así que, estoy curado de espanto, yo propuse este mensaje para que se relataran historias extrañas. Esas que suceden, pero que uno no puede creer. Que seguramente tendrán una explicación lógica, pero cómo no está ninguna disponible, el común de la gente lo atribuye a cosas sobrenaturales o esotéricas. Nuestros antepasados remotos cuando veía rayos y truenos pensaban en furia de dioses y no en balances electro dinámicos, muchos hoy en día, prefieren el camino corto de la explicación esotérica, religiosa o sobrenatural ante la ausencia de algo lógico, y lo más triste de todo es que hay una cantidad mayor aún, que, teniendo una cultura medianamente buena, creen en explicaciones de ese tipo, Siquier. Lamento mucho lo que le pasó a tu amigo. Yo sé en carne propia lo que es la muerte inesperada de un amigo y estar ahí al lado sin poder hacer nada. Así que, permíteme compartir tu dolor. Pero con todo respeto. Si tu amigo falleció en el accidente ¿cómo sabes que su maniobra fue para inmolarse a cambio tuyo o si fue producto de la desesperación dando lugar a un azar del destino? Es solo una curiosidad. No dudo de la grandeza de tu amigo, pero ya sabes, la pregunta surge en uno aún a riesgo de quedar mal. Saludos.

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