En los juegos de rol medievales, vestirse con una reluciente armadura de placas suele garantizar respeto… o al menos que no te llamen chaval mientras llevas encima el equivalente a tres casas y una vaca. Pero en Kingdom Come: Deliverance 2, algunos jugadores notan que, a pesar de ir vestidos como si fueran a un torneo real, los personajes del juego los siguen tratando como si acabaran de salir del establo.

Una inmersión con agujeros

La saga es conocida por su dedicación enfermiza al realismo. Comer, dormir, oler mal… todo es parte de la experiencia. Por eso, cuando un personaje se pasea como armario medieval ambulante y la gente a su alrededor no reacciona, el hechizo se rompe. Es como ir en limusina a una gasolinera y que te pregunten si quieres pagar con cupones.


Antes se hacía mejor, dicen los veteranos

En la entrega anterior, si uno se vestía con suficiente metal, los aldeanos se cuadraban, o al menos modulaban la voz. Ahora, incluso tras haber demostrado linaje noble, el protagonista sigue recibiendo un trato que apenas mejora al de vendedor ambulante. Esto ha provocado que algunos jugadores opten por dejar el traje brillante en el inventario para no arruinar la sensación de estar dentro del mundo… lo cual, irónicamente, también rompe la inmersión.

¿Error, decisión o cosas del lore?

Hay teorías. Algunos piensan que es un descuido, otros que es una decisión basada en la ambientación: en Kuttenberg, ciudad importante del juego, ver nobles y caballeros es pan de cada día. No es como en aquellos pueblos pequeños donde ver un casco era igual de emocionante que un eclipse. Pero claro, esto no convence a todos, especialmente a quienes esperan que la inteligencia artificial tenga también un poco de sentido común.

Otros momentos dignos de pausa dramática

El asunto de la armadura no es el único que ha hecho levantar cejas. En ocasiones, bandidos de medio pelo desafían a Henry como si no llevara una espada que podría partir su aldea en dos. Es un detalle menor, sí, pero cuando un juego pone tanto empeño en que todo sea realista, hasta los errores pequeños destacan como una daga en el desayuno.


Una lista breve de situaciones desconcertantes

  • Llevas más metal encima que una herrería, pero te tratan como a un novato.
  • Bandidos con garrotes te amenazan aunque pareces un tanque medieval.
  • Los NPC parecen inmunes al brillo cegador de tu armadura.
  • Dialogar como plebeyo mientras llevas un casco con plumas reales.


Quizá lo más curioso de todo esto es que, al final, lo que más molesta a algunos jugadores no es perder una batalla, sino que no les reconozcan el estilo. Porque si vas a ir por ahí con una armadura cara, lo mínimo es que te digan señor y no oye tú. Aunque eso, por lo visto, ya no lo decide uno… lo decide la programación.