Volvía del cumpleaños de mi hermana y su consiguiente reunión del clan cuando, estando al volante, he visto un cuerpo volando a diezpregunta del suelo. Luces de emergencia, todos a diez por hora sin saber muy bien que había pasado, los coches que me precedían pararon en el arcén derecho de la carretera por indicación de un guardia civil, yo también tuve que parar, siendo el cuarto de la fila. A mi izquierda yacía el cuerpo inerte de un segundo guardia civil, con la cabeza incrustada en el asfalto, poco a poco el charco de sangre que bañaba su cuerpo aumentaba y se iba desperdigando haciendo surcos en el asfalto. Su compañero saltaba mientras gesticulaba nervioso hablando por teléfono, pidiendo ayuda a gritos. A la izquierda del cadáver tres coches o lo que quedaban de ellos, uno de la guardia civil, un segundo coche que se debía de haber estampado contra el de la guardia civil y un tercer coche que prevesiblemente había atropellado al guardia civil cuando este se bajó del coche tras el accidente. Los coches de delante no se movían y yo seguía teniendo el cadáver a mi izquierda. Del coche que se había estampado inicialmente contra la guardia divil habían bajado un grupo de cinco personas jóvenes, ninguno parecía estar muy afectado, asumo que aún no daban crédito a lo sucedido, con las manos en la cabeza. Lo que más me ha impactado ha sido la no repercusión de este accidente, al menos de manera inmediata (quién sabe si de aquí a un año sufro de una mayor demencia). He visto el cuerpo, de copiloto iba mi padre y en el asiento trasero la madre de mi cuñado, y mientras ellos se quedaban perplejos yo cambiaba la mirada entre el cuerpo y los coches de delante, diciendo que ha ver si se movían porque poco se podía hacer ya y no quería estar allí. Me he acordado de los niños de los Simpsons, argumentado a no sé que inquisitiva que eran la generación de la televisión, que ni sentían ni padecían. Quizá he visto ya tantos muertos en las noticias, sumados a los ficticios de las realidades virtuales y el cine que ya no me impacta como debiera. O quizá deba ser así, y no otorgarle mayor importancia a algo sobre lo que ya no puedes inferir. Lo más característico del ser humano, los sentimientos, es al mismo tiempo su punto más débil. Quizá esté un tanto deshumanizado, aunque por otra parte, algo me habrá impactado pues si no, no estaría ahora escribiendo para ustedes.