Trotski acusaba a los socialistas de traidores a la clase obrera y de aburguesados, pero cuando perdió en la lucha de poder contra Stalin y tuvo que huir de la urs, antes de obtener el asólo político de México, el único país que le ofreció refugio fue noruega, que en ese entonces estaba gobernada por los socialistas aburguesados.
En cuanto a la traición socialista, viendo como evolucionaron los países escandinavos a lo largo de varias décadas de gobiernos socialistas, me gustaría que los políticos de mi país nos traicionaran de esa forma. El mérito de los socialistas de esos países fue darse cuenta de que lo importante es que la clase obrera tenga trabajo, vivienda, servicios de salud y educación dignos, y que mientras se consigan esas metas se puede convivir con un sistema monárquico y capitalista. Hacer una revolución, destruir el sistema anterior y exterminar a los miembros de las clases acomodadas, ¿cómo se hizo en Rusia, no sirve de nada si después de todo eso el pueblo se sigue muriendo de hambre o apenas tiene cubiertas sus necesidades básicas.
Lo primero que descubrí en mis años de estudiante universitario es que estánlinista es el peor insulto que un militante de izquierda dirige a otro, porque en el panteón de la izquierda revolucionaria trotski es un mártir idealista y Stalin un tirano sanguinario. Pero si examinamos la conducta de trotski durante la guerra civil nos damos cuenta de que, si hubiese vencido a Stalin en la lucha por el liderazgo de la urs, habría sido un dictador tan sanguinario como este.
También me di cuenta de que la razón por la que los jóvenes de izquierda de la actualidad forman partidos políticos de distintas denominaciones en vez de afiliarse al ya existente y veterano partido comunista es que los avergüenza que, en su momento, los partidos comunistas de todo el mundo apoyaron las atrocidades cometidas por Stalin y sus sucesores antes, durante y después de la segunda guerra, ¿cómo las represiónes de la revolución húngara en el 57 y de las manifestaciones de Praga en el 68. Los militantes comunistas de aquellos tiempos también acusaban de contrarrevolucionarios a los intelectuales de izquierda como George Orwell, autor de 1984 y rebelión en la granja, por denunciar las atrocidades del régimen soviético.