Es la, hasta el momento, última película del controvertido Will Smith. Adorado por muchos, vilipendiado por otros tantos, el artista antes conocido como the fresh prince of bel Air nos presenta este típico drama de superación personal que no pasara a la historia por la originalidad de su propuesta, pero que servirá para que el bueno de Will calle muchas bocas.
Y es que su actuación es francamente reseñable, muy contenida de sus típicas graciastas e incluso con momentos memorables hacia el final de la cinta. Muestra una gran química en todas las escenas con su hijo, siendo particularmente reseñable la escena del metro.
Por lo demás, la película es correcta en su apartado técnico, con una buena fotografía y una dirección un tanto impersonal, pero efectiva. El guión está bien llevado, destacando las escenas intimistas cuando Chris gardner toca fondo.
En resumen, una bonita película en la que Will demuestra que es más que un saco de músculos gracioso, que te saca la sonrisa tierna y con la que, seguro, muchos padres se sentiran identificados.
Lo mejor: todas y cada una de las escenas de Will con su hijo. La fotografía.
Lo peor: algo tópica y previsible, como todas las historias de superación personal.
Mi nota: 7.